Cuando menos lo esperas
Cuando menos lo
esperas las heridas hacen daño, los problemas se convierten en
fuego, las caricias se disipan y las miradas matan callando.
Cuando menos lo
esperas, llueve en ti, en tus palabras, en tus miedos, en tus dudas.
Y todo eso sin avisar, sin un pronóstico previo.
Cuando menos lo
esperas, tu sonrisa se vuelve multicolor, tus heridas se van sin
despedirse, y la felicidad empieza a asomarse con timidez por tu
ventana.
Cuando menos lo
esperas, encuentras “eso”, sin buscarlo, las casualidades existen
y tu destino parece un guión escrito solo para ti, hecho a tu
medida, y tú, sin darte cuenta, te conviertes en el
director de toda esa trama.
Cuando menos lo
esperas, los suspiros valen la pena, las matemáticas desaparecen y
empiezas a dejarte llevar, aunque no te convenza la idea.
Cuando menos lo
esperas tus dedos se deslizan por sus poros, su sonrisa se cuela en
cada hueco de tu piel, y tus ojos se rompen de tantas miradas que
dicen “te quiero”.
¿Sabes? Cuando
menos lo esperas, no esperas nada, y, entonces, ocurre lo inesperado.
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